jueves, 25 de junio de 2009

ROY ORBISON - THE ORBISON WAY (1966)


La época MGM de Roy se ha visto injustamente eclipsada por la previa en Monument Records, compañía con la que produjo la mayoría de los éxitos que le hicieron famoso. Sin embargo, esta tercera fase de su carrera (a la de Monument hay que añadir la previa en Sun Records) es mi favorita. Se trata de su momento más sixties y en el que el tándem compositivo formado con Bill Dees llegó a una cota más alta. Los discos ya no se formaban de dos o tres singles mayúsculos y unas cuantas versiones para hacer bulto, sino que tenían una intención de formar un todo completo y "The Orbison Way" puede considerarse el pico de ese ánimo creativo. Una colección de canciones dramáticas y elegantes como sólo Roy podía escribir y cantar, tanto en compañía de la grandísima banda que tenía por aquel entonces, los Candy men, como arropado por arreglos orquestales suntuosamente ejecutados.
El manierismo barroco está presente en toda esta obra, mucho más acorde con su tiempo de lo que parece. Roy no era para nada una vieja gloria de la los tiempos dorados de la musica teen. El sonido y cohesión que respira el disco así lo demuestra, pudiendo medirse en calidad con cualquier producción de ese año. Lamentablemente, grupos como los Beatles, Byrds, Beach Boys etc. empezaban a explorar nuevas facetas del pop para las que nuestro protagonista no estaba preparado y no pudo brillar como merecía. El gusto de la gente cambiaba y ya no se necesitaban los melodramas sentimentales que ofrecía nuestro hombre en sus canciones. La era de la psicodelia comenzaba y la época de las vacas sagradas del pop había pasado.
Sin embargo, nos encontramos ante una joya atemporal: cualquiera de los dos mayúsculos singles que contiene el disco, "Crawling back"- que lo abre- y la bailable "Breaking up is breaking my heart", un uptempo beat que quita el hipo, merecían mucha mejor suerte de la que tuvieron en los charts y el resto no iban a la zaga: las delicadas "Time changes everything", "This is my land" o la final "Why hurt the one who loves you", con esa voz acariciante; las piezas más pop como "It ain't no big thing" o la grandiosa "Maybe" o incluso los momentos de sonoridad más exótica como"Go away" o " the loner", conviven a la perfección en un disco absolutamente magistral que podría considerarse la cumbre creativa del gran "O", aunque casi ninguna de sus canciones aparezca en las típicas recopilaciones al uso. Merece la pena oirlo e incluso conseguirlo en vinilo aunque sea difícil, sobretodo por la preciosa portada.

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