
Lo dicho: ¿donde se había metido este disco toda mi vida?
Lo dicho: ¿donde se había metido este disco toda mi vida?
Producido, como siempre, por Roger Mountenot y con portada magnífica, el disco se mueve cómodamente por mil géneros distintos, que en principio no relacionaríamos con una banda como la que forman los Kaplan y James McNew. Igual les da comenzar con psicodelia efervescente con cuerdas que recuerdan a aquellas que arreglaba Jean Claude Vannier para Gainsbourg ("Here to fall"), que darle al pop más endulcorado que se les haya escuchado nunca en "Avalon or someone very similar" o la maravillosa "When it's dark". Tambien les da lo mismo emprenderla con el soul al más puro estilo motown (el más claro single, "If it's true") o en la onda de la sureña Stax en "Periodically double or triple". Y, por supuesto, tampoco podían faltar las melodias marca de la casa: version tranquila en "All your secrets" o "By two's" y versión guitarrera en la reventona "nothing to hide".
La novedad en esta ocasión es que el disco cuenta con dos partes diferenciadas que nos hacen pensar en un disco doble de vinilo. La primera, o primer disco, sería de la que hemos hablado ya, mucho más pop y digerible. El segundo disco, mas experimental, consta de tres canciones largas, que muestran a un grupo que aún, después de tantos años, sigue buscándose en el local de ensayo, probando texturas y sorprendiendo con su compenetración. La primera, de tono muy lírico, se titula "More stars than there are in heaven", y es una de las canciones más bellas que jamás hayan escrito, tanto por la intensidad a la que llegan las guitarras como por la comunión de las voces de los tres. La segunda , "The fireside", es de tono también tranquilo y de atmósfera contemplativa, muy nocturna; y para terminar, por supuesto, no podía faltar la la tormenta guitarrera con "The glitter is gone", canción de 16 minutos que transporta al espacio exterior con algo así como una mezcla de Neil Young con los Stone Roses.
Hacía tiempo que un disco no me dejaba tan saciado como este. Yo la tengo son necesarios. Son imprescindibles porque nos recuerdan que una vez existió algo más alla de las discográficas, el glamour o las posturitas que se llamaba honestidad y amor por la música. YO AMO A YO LA TENGO (voy a hacerme una camiseta con esta frase)
Un disco corto en canciones y minutaje, pero laaaaargo en intensidad. Esencial.
Rodeado de músicos y voces excepcionales (Tim Drummond, Ben Keith, Jack Nieztsche, James Taylor, Linda Ronstadt o sus ex-compañeros CS&N), Young logra en este trabajo sonar más fresco y campestre que nunca. Es un disco sobre todo amable en el que brillan las canciones radiables: la melancólica "Out on the weekend", que abre el disco, la archiconocida "Heart of Gold", "Old man" o la que titula el disco, junto a piezas tremendamente melodramáticas orquestadas y arregladas por el genio Jack Nieztsche ("There's a world" y "A man needs a maid"), así como algún que otro arranque eléctrico como "Alabama", canción que arrancó de los Lynnyrd Skynnyrd aquel "Sweet home Alabama" como respuesta a las críticas al sur aquí vertidas. Sin embargo, la canción que brilla sobre todas las demás, pieza fundamental de todos los directos del hombre de Ontario, es la dedicada a su amigo y compañero de fatigas en los Crazy Horse, Danny Whitten, muerto de sobredosis un año antes. El título lo dice todo: la aguja y el daño hecho ("The needle and the damage done"); todo un alegato contra la droga de una tristeza infinita. La voz de Neil parece que se vaya a romper y el trabajo con la guitarra, sin más acompañamiento, es uno de los mejores de su autor.
Harvest es seguramente el disco más vendido de Neil Young y mucho se ha escrito sobre él. No seré yo el que que eche por tierra sus bondades, sin embargo no lo veo como la piedra angular de su obra. Es muy importante, eso si, y cuenta con canciones absolutamente mayúsculas, pero veo muy superiores otros discos como "After the gold rush", "Zuma" o la supuesta segunda parte de este "Harvest Moon". No obstante, escucharlo es un deber, como ocurre con una buena parte de su discografía.
Seguramente la pega que se puede achacar es que este es el disco "comercial" de los Pixies. El disco en el que más acentúan su lado pop y en el que despliegan un sonido más anclado en el mainstream, con la producción de Gil Norton. ¿Es eso malo?. En mi opinión en absoluto, puesto que esta es una colección soberbia de canciones en la cual no existen fisuras. Desde el inicio con el tributo a la Surf music que es "Cecilia Ann" (versión de los Surftones), encontramos momentos de pop delicado como "Havalina" o "Anna" (estamos ante uno de los álbumes con más canciones con nombre de mujer como título), rock directo de factura radiable como "Rock music" , "Down to the well" o "Hang wire" y, sencillamente, singles perfectos como "Allison", "Velouria" o mi debilidad, que es "Dig for fire".
Si se trata del álbum favorito de Black Francis, algo tendrá. Se impone una reescucha!
Segundo disco en estudio de este grande, tanto en tamaño como en talento, de la Soul Music. Una de las voces pioneras más potentes de la música negra de los Estados Unidos que ha sido influencia esencial para todo tipo de músicos, pues entre sus legiones de rendidos admiradores se encuentran Van Morrison, Tom Waits, Elvis Costello o Brian Wilson, sólo por citar algunos.
Aclamado por un locutor de radio de Baltimore como "el rey del Rock and Soul", Solomon le toma la palabra y titula así su segundo disco para Atlantic Records, el cual es un compendio de los ingredientes sónicos que forjaron su estilo: un poco de balada profunda, un poco de soul saltarín de tintes latinos, un poco de blues y un poco de country del de toda la vida. Encontramos aquí varios de sus primeros clásicos como su primer single "just out of reach of my two open arms", la grandísima "Cry to me" o la profunda "Goodbye Baby". También canciones menos conocidas, pero no por ello menos enormes como las jolgoriosas "Won't you give him one more chance" o "Hard, ain't it hard", la bluesera "You're good for me" o la emocionante relectura del clásico country que hizo popular Jim Reeves: "he'll have to go".
Toda una lección de música popular americana que merece ser paladeada lentamente para ser disfrutada. Como todo lo bueno.